Unos          científicos han obtenido un indicio bastante firme de que el dióxido de          carbono puede ser almacenado de forma segura y permanente en las          formaciones subterráneas profundas de rocas basálticas, sin riesgo de          que escape a la atmósfera en el futuro. Los hallazgos hechos en este          estudio apuntan también a la posibilidad de secuestrar carbono en otros          depósitos naturales.
         Los investigadores, del Laboratorio Nacional del Pacífico Noroeste          (PNNL), han descubierto que el CO2 líquido saturado de agua, bajo          condiciones que imitan las condiciones geológicas naturales en las          profundidades, rellenará y taponará las grietas de las rocas que, de          permanecer intactas, permitirían escapar a este peligroso gas de efecto          invernadero.
       
        "Las implicaciones de este descubrimiento son de gran alcance", señala          el científico Pete McGrail del PNNL. "Aparentemente hay suficiente agua          molecular presente en el CO2 en fase supercrítica para llevar a cabo          reacciones de múltiples pasos directamente con los minerales en el          basalto. En esencia, el dióxido de carbono puede provocar el autosellado          de las grietas o hendiduras no detectadas que podrían permitir al CO2          emigrar verticalmente a través de ellas hacia profundidades menores".                  
Recientemente, McGrail expuso muestras de roca basáltica bajo presión          elevada a las fases de CO2 que existirían después de inyectarlo en el          subsuelo profundo. Se trabajó con el agua saturada de CO2, y con CO2          líquido saturado de agua (o CO2 gaseoso en fase supercrítica).
       
        La esperanza de los científicos era que los experimentos esclarecieran          cómo ambas formas del CO2 podrían reaccionar con los minerales          existentes en las capas de basalto a miles de metros bajo la superficie          de la Tierra, y si esa reacción afectaría a la velocidad con la que el          CO2 se mineraliza, y por tanto a su estabilidad.
       
        La investigación de McGrail ha revelado que el CO2 líquido saturado de          agua (CO2 gaseoso en fase supercrítica) muestra una reactividad similar          o incluso mayor que la del agua saturada de CO2. La rápida reacción          química detectada en superficies de metal y óxido, así como en          superficies de silicato de las capas basálticas, fue sorprendente e          impresionante, según McGrail.
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